Currículo: sentido de la enseñanza, el aprendizaje y la evaluación.

 Currículo: sentido de la enseñanza, el aprendizaje y la evaluación.


        Los procesos de enseñanza, enfocados en el estudiante quien actúa como eje central de su propia formación, acompañado del docente quien ejerce un papel orientador que guía al estudiante en su proceso de aprendizaje, cuya meta común es la construcción del conocimiento a partir del uso de los procesos cognitivos de más alto nivel, que le permitan al estudiante ejercer un papel protagónico en esta construcción individual y colectiva, constituyen una malla que reúne a los diversos actores que participan en el proceso educativo y les confiere responsabilidad frente a ello. Esta convergencia de participantes, que va desde lo macro (las instituciones, los grupos sociales, las políticas educativas) hasta lo particular (el estudiante, el uso que le da a lo que aprende y su impacto social), constituyen un acervo importante que, en términos de educación, configuran el eje central de los procesos de enseñanza, didáctica, aprendizaje y evaluación. Este engranaje constituye la base de la práctica educativa.

A partir de la concepción de los horizontes del currículo y su integración con los diferentes enfoques y sus actores, considero que el enfoque sociológico del currículo (Jackson, P. 1968) el cual incluye el currículo oculto, determina en gran medida la importancia de establecer puntos de encuentro que fomenten en los estudiantes un punto de vista crítico y constructivo, que motive la creación de entornos educativos que minimicen la presencia de un impacto negativo en el proceso educativo gracias a la intervención de problemáticas que van más allá de la esencia misma de la educación. 

En este enfoque los seres sociales constituyen el eje central del proceso educativo, donde los individuos adquieren roles determinados dentro de su grupo social, influenciados por el elogio y el poder ejercidos por el docente de forma transversal hacia el grupo de estudiantes; con base en ello se establece el desarrollo de ciertos mecanismos de adaptación social directamente relacionados con las exigencias del entorno, lo cual trae a la superficie la determinación del concepto de educación como un proceso que, distante de ser neutro, entrelaza emociones, sentimientos, ideologías, y posturas morales y políticas. 

Es allí, donde se hace relevante la inspiración antropológica del currículo en su intención desarrolladora de potencialidades (Iafancresco, G. 2014) donde se valora la creación de una postura crítica que cuestione la intencionalidad y los procesos pedagógicos desde la individualidad y hacia lo colectivo, la forma como este entorno influye en los procesos educativos y cómo este entrelazado social repercute en la creación de posturas en torno a la realidad y al uso del conocimiento de manera pragmática, entendiéndose al aprendizaje como un proceso donde la formación de los estudiantes como seres críticos repercutirá en el desarrollo social, político y económico de su entorno.

Teniendo este enfoque curricular como base, se integra con un modelo de evaluación que, de acuerdo con Biggs (2006), permite integrar los componentes sumativo y formativo, los cuales integran un proceso de evaluación holístico que valora todos los aspectos que conciernen a este proceso de forma contínua, progresiva, metódica y sistemática, que valora el aprendizaje como aquella construcción individual que va desde lo que el estudiante aprende en términos comparativos, conjugándolo con el grado de dominio del conocimiento que se adquiere. Estas herramientas son constitutivas de un proceso que determina cierto grado de consciencia sobre el proceso educativo desde sus actores, más allá de ser una estrategia que "mide" conocimiento y que determina por si misma si el estudiante "receptor" es competente o no en esos términos. 

Es así como se propone determinar el aprendizaje como proceso constructivo que enfoca los objetivos de formación en el estudiante, en sus cualidades y en el fortalecimiento de su potencial, más allá del conocimiento como la suma de sus partes o fragmentos que se adquieren en una linealidad de tiempo y con un fin meramente aprobatorio y de promoción.



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